viernes, 10 de diciembre de 2010

Reportaje: Puntos más, puntos menos. Radiografía del P900


Puntos más, puntos menos. Radiografía del P900

Desde 1990, han sido variadas las reformas que el Estado de Chile ha impulsado para disminuir las brechas en los resultados educativos, inyectando al sistema público importantes sumas de dinero que ayuden a mejorar la calidad de la educación. En este contexto, se inicia el P900 o programa de las 900 escuelas, orientado a subvencionar a 900 establecimientos a lo largo del país que presenten altos índices de vulnerabilidad social y que hayan obtenido resultados insuficientes en el Sistema de medición de la calidad de la educación (SIMCE). Esto, con el fin de comenzar a disminuir la brecha, que para 1988, cuando se inició el plan era de 25 puntos promedio. Y hoy, ha disminuido en términos generales a 15 puntos promedio.

Para poder acceder a estos beneficios que el programa otorga, los directores de cada escuela que cumplan los prerrequisitos, deben elevar una postulación al Ministerio de Educación para que éstos analicen el caso y le otorguen la “etiqueta” de Beneficiario. Así  se entrega este beneficio denominado Programa de Mejoramiento Educativo (PME), que dura de 2 a 3 años y que es evaluado y financiado por el Ministerio de Educación.

Sin embargo, los recursos técnicos, profesionales y económicos son distribuidos por la municipalidad correspondiente, ya que debemos recordar que en este sentido las escuelas son dependientes directos tanto del alcalde como del ministro del ramo.

Una vez implementado, se establecen plazos para incrementar en puntos porcentuales los resultados del Simce. Una vez que esto ocurre, esa escuela deja de ser beneficiaria para dejar espacio a otra.


Avances significativos

Es cierto, y los estudios así lo indican[1], que las escuelas en las cuales se ha centrado y focalizado la implementación de recursos, que en más de una década supera las 2.000, sumado al interés y profesionalización de profesores y cuerpo directivo, obtienen buenos resultados. Pero como todo en educación, es a largo plazo.

Desde que comenzó el programa, en las aéreas de lenguaje y matemáticas los resultados son evidentes. Así, el promedio de logro en lenguaje y matemáticas fue de 43% En 1988, elevándose a 52% en 1990, A 61% en 1992, 61.6% en 1994 y 64% en 1996. Considérese que desde 1998 se integran los cursos medios, lo que en porcentaje han respondido al 2002 un 50%.

Discriminación al fin y al cabo

Para las autoridades ministeriales, quienes asumen el desafío de implementar y evaluar, este programa se trata de una discriminación “positiva” ya que enfoca los recursos hacia quienes más lo necesitan, para disminuir las brechas entre quienes tienen más ingresos y quienes tienen menos.

Pero ¿Qué ocurre con el resto de escuelas que no participa? Nada en especial, se focalizan recursos humanos, subvenciones especiales y capacitaciones docentes para algunas, mientras que las otras se acogen a las políticas públicas generales, teniendo en común el parámetro del SIMCE.

Para el Magisterio, esto solo habla de segregación y mala priorización de recursos, ya que sin duda, la educación pública es la prioridad y no sólo las escuelas más pobres del país. Es valorable el esfuerzo, pero ¿por qué no hacerlo para todos? Seguimos viviendo en una educación que favorece a unos por sobre otros, recordemos los parámetros para acceder a estos beneficios, por un lado los factores socioeconómicos, y por otro, los resultados de la cuestionada prueba SIMCE.

Rodrigo Collao


[1] http://www.nodo50.org/sindpitagoras/escuelas%20pobres.htm

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